martes, 26 de febrero de 2008

Orgullo y Prejuicio

Una novela al mejor estilo Mujercitas, un clásico. Pero la diferencia con otras novelas similares es la caracterización de personajes que hace que uno se sienta más cerca de ellos aunque vivan en épocas tan anteriores. Lo más interesante de la historia es ver lo difícil que era la vida para una chica con más intereses que casarse con un buen partido. Así es el carácter de la protagonista de esta historia: Elizabeth Bennet, excelentemente interpretada por Keyra Knightley en la versión cinematográfica.

Y así transcurre la historia: una madre cuya única preocupación es que sus hijas se casen bien; un padre sensato que sin embargo no se compromete mucho y deja que las cosas pasen y 5 hijas de las cuales las más interesantes son las 2 mayores: Lizzy (Elizabeth) y Jane.

Durante el transcurso de la novela van apareciendo múltiples personajes que hacen muy interesantes las relaciones entre ellos. Sobre todo Darcy y el Señor Bingley (los galanes de las dos Bennet mayores).

Darcy es un personaje enigmático que hace que uno, junto con la protagonista, quiera desentrañar qué oculta en realidad.

Para aquellos que ya leyeron el libro recomiendo mirar la película, para los que vieron la película y quedaron cautivados por la historia, recomiendo leer por lo menos los dos últimos capítulos del libro que cuentan un poco más de donde se queda el largometraje.

Mis personajes favoritos: Darcy y Lizzy

Lo más interesante: La autora, Jane Austen. Que vivió en la misma época del relato del libro, lo que hace que uno tenga una idea de cómo era vivir en aquellos años para alguien con pensamientos que iban más allá de lo corriente.

Fragmento elegido al azar: "Si Lizzy hubiese tenido que fundamentar su opinión sobre la felicidad conyugal en el ejemplo de su propia familia, nunca habría llegado a una conclusión muy alentadora. Seducido por la belleza y la juventud, o, por mejor decir, por las apariencias de una y otra, su padre se casó con una mujer, cuya falta de inteligencia y abundancia de espíritu mezquino había matado el amor real en muy poco tiempo después de la boda. La estima, el respeto y la confianza entre ambos cónyuges habían desaparecido para siempre, y todas las ilusiones de un hogar feliz se habían desvanecido sin remedio. Pero el señor Bennet no tenía carácter para ahogar su decepción en los placeres, que con demasiada frecuencia sirven de consuelo a muchos hombres que se han hecho desgraciados por culpa de sus locuras o de sus vicios. Era gran aficionado al campo y a la lectura y cifraba sus principales distracciones en la satisfacción de estos gustos. A su mujer le debía muy poco, a no se por la diversión que le habían procurado su ignorancia y su estupidez. En realidad no es ésta la clase de felicidad que un esposo quisiera deber a su mujer, pero un buen filósofo sabe aprovechar, a falta de otros pasatiempos, aquellos que se le ofrecen"